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viernes, 27 de noviembre de 2009

Cantora nocturna
Joe, macht die Musik von damals nacht...La que murió de su vestido azul está cantando.Canta imbuida de muerte al sol de su ebriedad.Adentro de su canción hay un vestido azul, hayun caballo blanco, hay un corazón verde tatuadocon los ecos de los latidos de su corazónmuerto. Expuesta a todas las perdiciones, ellacanta junto a una niña extraviada que es ella:su amuleto de la buena suerte. Y a pesar de laniebla verde en los labios y del frío gris en losojos, su voz corroe la distancia que se abre entrela sed y la mano que busca el vaso. Ella canta.
Alejandra Pizarnik

martes, 1 de septiembre de 2009

Poema La Caída De Hiperión (sueño) de John Keats
Tienen los locos sueños donde tramanelíseos de una secta. Y el salvajevislumbra desde el sueño más profundolo celestial. Es lástima que no hayantranscrito en una hoja o en vitelalas sombras de esa lengua melodiosay sin laurel transcurran, sueñen, mueran.Pues sólo la Poesía dice el sueño,con hermosas palabras salvar puedea la Imaginación del negro encantoy el mudo sortilegio. ¿Quién que vivedirá: “no eres poeta si no escribestus sueños”? Pues todo aquel que tenga almatendrá también visiones y hablaráde ellas si en su lengua es bien criado.Si el sueño que propongo lo es de un locoo un poeta tan sólo se sabrácuando mi mano repose en la tumba.
Soñé que en un lugar estaba dondepalmera, haya, mirto, sicomoroy plátano y laurel formaban bóvedascerca de manantiales cuya vozrefrescaba mi oído y donde el tactode un perfume me hablaba de las rosas.Vi un árbol de boscaje recubiertopor parras, campanillas, grandes flores (…)
JHON KEATS
Versión de Gabriel Insuasti

Oda a la melancolía
No vayas al Leteo ni exprimas el moradoacónito buscando su vino embriagador;no dejes que tu pálida frente sea besadapor la noche, violácea uva de Proserpina.No hagas tu rosario con los frutos del tejo ni dejes que polilla o escarabajo seantu alma plañidera, ni que el búho nocturnocontemple los misterios de tu honda tristeza.Pues la sombra a la sombra regresa, somnolienta,y ahoga la vigilia angustiosa del espíritu.

Pero cuando el acceso de atroz melancolíase cierna repentino, cual nube desde el cieloque cuida de las flores combadas por el soly que la verde colina desdibuja en su lluvia,enjuga tu tristeza en una rosa tempranao en el salino arco iris de la ola marinao en la hermosura esférica de las peonías;o, si tu amada expresa el motivo de su enfado,toma firme su mano, deja que en tanto trueney contempla, constante, sus ojos sin igual.
Con la Belleza habita, Belleza que es mortal.También con la alegría, cuya mano en sus labiossiempre esboza un adiós; y con el placer dolienteque en tanto la abeja liba se torna veneno.Pues en el mismo templo del Placer, con su velotiene su soberano numen Melancolía,aunque lo pueda ver sólo aquel cuya ansiosaboca muerde la uva fatal de la alegría.Esa alma probará su tristísimo podery entre sus neblinosos trofeos será expuesta.
JHON KEATS .- Versión de Gabriel Insuasti
http://www.youtube.com/watch?v=RlyIgukvyBU

sábado, 22 de agosto de 2009

"Ya sin amor, y con la fe extinguida
Me burlo de las iras de mi suerte
¡Que carnaval tan necio de la vida!
¡Que consuelo tan dulce de la muerte!"...Carolina Cid

miércoles, 5 de agosto de 2009




(Ap. 8:1) Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora.
{2} Y vi a los siete ángeles que estaban en pie ante Dios; y se les dieron siete trompetas. {3} Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono. {4} Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos. {5} Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto.
{6} Y los siete ángeles que tenían las siete trompetas se dispusieron a tocarlas.

sábado, 25 de julio de 2009


... sus últimas palabras, antes de deslizarse en el desfallecimiento concluyente, eran: "Más, todavía más, más fuerte!"


No siempre el día era inocente, la noche culpable. Sucedía que jóvenes costureras aportaban, durante las horas diurnas, vestidos para la condesa, y esto era ocasión de numerosas escenas de crueldad. Infaliblemente, Dorkó hallaba defectos en la confección de las prendas y seleccionaba a dos o tres cupables (en ese momento los ojos lóbregos de la condesa se ponían a relucir). Los castigos a las costureritas --y a las jóvenes sirvientas en general-- admitían variantes. Si la condesa estaba en uno de sus excepcionales días de bondad, Dorkó se limitaba a desnudar a las culpables que continuaban trabajando desnudas, bajo la mirada de la condesa, en los aposentos llenos de gatos negros. Las muchachas sobrellevaban con penoso asombro esta condena indolora pues nunca hubieran creído en su posibilidad real. Oscuramente, debían de sentirse terriblemente humilladas pues su desnudez las ingresaba en una suerte de tiempo animal realzado por la presencia "humana" de la condesa perfectamente vestida que las contemplaba. Esta escena me llevó a pensar en la Muerte --la de las viejas alegorías; la protagonista de la Danza de la Muerte. Desnudar es propio de la Muerte. También lo es la incesante contemplación de las criaturas por ella desposeídas. Pero hay más: el desfallecimiento sexual nos obliga a gestos y expresiones del morir (jadeos y estertores como de agonía; lamentos y quejidos arrancados por el paroxismo). Si el acto sexual implica una suerte de muerte, Erzébet Báthory necesitaba de la muerte visible, elemental, grosera, para poder, a su vez, morir de esa muerte figurada que viene a ser el orgasmo. Pero, ¿quién es la Muerte? Es la Dama que asola y agosta cómo y dónde quiere. Sí, y además es una definición posible de la condesa Báthory. Nunca nadie no quiso de tal modo envejecer, esto es: morir. Por eso, tal vez, representaba y encarnaba a la Muerte. Porque, ¿cómo ha de morir la Muerte? Volvemos a las costureritas y a las sirvientas. Si Erzébet amanecía irascible, no se conformaba con cuadros vivos, sino que: A la que había robado una moneda le pagaba con la misma moneda... enrojecida al fuego, que la niña debía apretar dentro de su mano. A la que había conversado mucho en horas de trabajo, la misma condesa le cosía la boca o, contrariamente, le abría la boca y tiraba hasta que los labios se desgarraban. También empleaba el atizador, con el que quemaba, al azar, mejillas, senos, lenguas... Cuando los castigos eran ejecutados en el aposento de Erzébet, se hacía necesario, por la noche, esparcir grandes cantidades de ceniza en derredor del lecho para que la noble dama atravesara sin dificultad las vastas charcas de sangre.
(Alejandra Pizarnik, de La condesa sangrienta, 1971)

Oración de un desocupado
Padre, desde los cielos bájate, he olvidado las oraciones que me enseñó la abuela, pobrecita, ella reposa ahora, no tiene que lavar, limpiar, no tiene que preocuparse andando el día por la ropa,no tiene que velar la noche, pena y pena, rezar, pedirte cosas, rezongarte dulcemente.
Desde los cielos bájate, si estás, bájate entonces,que me muero de hambre en esta esquina,que no sé de qué sirve haber nacido, que me miro las manos rechazadas,que no hay trabajo, no hay, bájate un poco, contempla esto que soy, este zapato roto,esta angustia, este estómago vacío,esta ciudad sin pan para mis dientes, la fiebre cavándome la carne, este dormir así, bajo la lluvia, castigado por el frío, perseguido te digo que no entiendo, Padre, bájate, tócame el alma, mírame el corazón, yo no robé, no asesiné, fui niño y en cambio me golpean y golpean, te digo que no entiendo, Padre, bájate, si estás, que busco resignación en mí y no tengo y voy a agarrarme la rabia y a afilarla para pegar y voy a gritar a sangre en cuellopor que no puedo más, tengo riñonesy soy un hombre, bájate, qué han hechode tu criatura, Padre? un animal furiosoque mastica la piedra de la calle? J. Gelman

La mirada melancólica encierra la más grande de las bellas tristezas.

POEMA DE OLIVERIO GIRONDO
APARICIÓN URBANA
¿Surgió de bajo tierra?¿Se desprendió del cielo?
Estaba entre los ruidos,herido,malherido,inmóvil,en silencio,hincado ante la tarde,ante lo inevitable,las venas adheridasal espanto,al asfalto,con sus crenchas caídas,con sus ojos de santo,todo, todo desnudo,casi azul, de tan blanco.Hablaban de un caballo.Yo creo que era un ángel.